Sora's Souls / Águilas Plateadas / Capítulo VIII La noche antes de la partida

 Capítulo VIII La noche antes de la partida

-¿Y qué vas a hacer?

Lou se había acercado a la cama de Sora y la miraba con cara de preocupación.

La niña quería responder con la seguridad con la que solía comportarse, pero era incapaz.

-No lo sé –dijo ella en un susurro.

Se quedaron unos segundos en silencio y la puerta se abrió. Por ella apareció Mahesh. Las heridas que le había visto Sora en la plaza habían desaparecido.

-¿Estás bien?  –preguntó el capitán apresuradamente.

Sora se quedó mirándolo. Mahesh siempre se había portado de una forma paternal con ella, siempre preocupado, siempre intentando ayudarla. Al verlo, el nerviosismo y la ansiedad que había sentido en la plaza, junto a una marabunta de sentimientos, la inundaron de golpe. Se le llenaron los ojos de lágrimas y comenzó a llorar.

-Eh eh eh, tranquila, tranquila –dijo el capitán sentándose en la cama y poniéndole una mano sobre el hombro–Vamos, no llores.

-Tenía miedo –reconoció la niña entre llantos –. Creía que os iban a matar, os vi a todos en la plaza arrodillados y…

-Pero todos estamos bien, no hay por qué llorar –repuso el capitán dulcemente.

-Pero ¿y si hubiese perdido?, entonces, entonces vosotros…

-¡Pero ganaste! –dijo Kanijou a punto de ponerse a llorar también –¡Le diste una paliza!

-Casi… casi te sacan el… joder –le costaba trabajo hablar y había comenzado a hipar –. Casi te saca el ojo. Voy a matar a ese hijo de puta, te lo juro que voy a…

-¡Sora! –la regañó Mahesh –Ahora eres de los suyos, si los atacas te matarán.

-Me da igual le voy…

-¡Escucha! –Sora lo miró fijamente. Nunca lo había visto tan serio como en este momento –No harás nada que vaya en su contra. Aunque no pueda aceptar su estilo de vida… ellos te tratarán bien, te protegerán, nos lo han prometido.

-¿De qué sirve la palabra de un ladrón? –dijo furioso Kanijou.

-Los pactos ante los dioses son algo muy serio –reprochó el capitán -, yo también tuve que firmar uno el día que me convertí en un guardia real, puedo asegurarte que no son para tomárselos a broma. Estos maleantes tienen estipulado que no pueden dañar a un compañero, que deben protegerlo, lo oímos en la plaza y visteis lo que pasó cuando usaron tu sangre. ¡Los dioses responden por ti! Dudo que falten a su palabra si no quieren que una maldición caiga sobre ellos.

>>Voy a ser totalmente sincero contigo Sora –esta vez Mahesh apartó la mirada de los ojos de Sora con cierta tristeza -. Siempre... Siempre he pensado que este sitio no era bueno para ti. Por poco que me gusten sus métodos… con ellos podrás ver mundo, si no vas perderás una gran oportunidad.

-¿Quieres que me vaya? –inquirió la chica dolida.

-No te confundas –repuso el capitán ofendido –. Me encantaría que vivieras con nosotros, pero Pladilia se ha quedado pequeño para ti. Te gustaría aprender a manejar aún mejor la espada, siempre preguntas por otros lugares, y no creerás que no te he visto muchas tardes encaramada a las murallas observando el horizonte. Quieres irte y eso no es malo.

-Puede, pero no quiero dejaros –dijo la chica sintiendo cierta culpabilidad y vergüenza.

-No tienes que preocuparte por ello, es algo natural –la consoló el capitán –. Yo también fui niño y también me marché de mi hogar. Eso no quiere decir que no quisiera a mi familia. Pero hay veces en la vida que tu camino y los de tus seres queridos se acaban separando. Con suerte en ocasiones vuelven a cruzarse, aunque no siempre es así, pero no debes sentir desasosiego por ello. Encontrarás a otras personas con las que compartir tu camino también, puede que sean estos bandidos, puede que sea alguien que encuentres en tu viaje, eso es algo que no sabrás hasta que llegue el momento.

-No sé –dijo la niña algo triste desviando ella esta vez la mirada y dirigiéndola a las sábanas -. Aunque no me hagan daño no creo que nunca pueda llevarme bien con ellos. El tipo del ojo que atacó a Lou y Kanijou no es trigo limpio.

-No tienes por qué ser amiga de todo el mundo, pero puede que haya gente en su organización que merezca la pena. Aquel clérigo que realizó el ritual parece un buen hombre. Había otro chico que también ha estado curando las heridas de nuestra gente, imagino que será su aprendiz. Seguro que eres capaz de encontrar tu sitio con ellos –la animó Mahesh.

-Puede que a mí me traten bien –insistió Sora poco convencida -. Pero ¿y si me mandan hacer algo que no quiero hacer? ¿Y si me piden que incendie un pueblo como este igual que hoy?

-Hemos estado casi dos horas hablando –dijo Mahesh intentando tranquilizar a la niña -. Son una pandilla de rateros, eso lo tengo claro, pero no son mala gente. No ha muerto nadie de los nuestros, no hay heridos graves, algunos arañazos y algún tirón de pelos, pero nada importante. Es más, como te he dicho, sus clérigos nos curaron las heridas.

Todo esto fue provocado por el tipo al que mataste. Era la única forma que veía su líder de librarse de él, por lo visto quería atacar Pladilia. Si no fuera por ese tal Hasim habrían partido al amanecer sin mayor incidencia.

-¿Si tan malo era porque no lo mataron ellos? –preguntó Kanijou –No es justo que metieran a Sora en sus movidas.

-Juramentos ante los dioses, ese fue el motivo. Ya os he dicho que no es algo para tomarse a la ligera –les explicó Mahesh -. Si ante un tipo que les gustaría ver muerto no hicieron nada, es impensable que te hagan algo a ti. Pero tienes que escucharme –y de nuevo volvió a focalizarse en Sora –. No puedes liarte a puñetazos con ellos o los propios dioses podrían maldecirte, quiero que te quede claro que los juramentos no son cosa de broma.

-¡Ahora me acuerdo! La historia del caballero de la flor marchita hablaba de los juramentos –apuntó Lou.

-En efecto –coincidió Mahesh -, un noble de Catarina que faltó al juramento que le hizo a su rey al abandonarlo en combate. Los dioses, ante tal afrenta, lo castigaron enviando una serpiente gigante de fuego que abrasó sus tierras. Perdió sus posesiones, a su familia y su prestigio. Años más tarde lo encontraron terriblemente envejecido, rondando por los suburbios de la ciudad, sin un ápice de dignidad y sin cordura.

-¿Y qué hago? ¿Actúo como si no hubiera pasado nada? –preguntó enfadada la niña.

-En esta situación no hay más remedio –dijo tristemente Mahesh –. Si no vas con ellos los dioses te maldecirán. Dudo que tus nuevos compañeros tomasen represalias por su propia voluntad al no acompañarlos, pero al convertirte en una traidora tal vez se vieran obligados a matarte… Esta es la solución menos mala, al menos aprovecha lo bueno que puedas sacar mientras viajas con ellos.

-Si consigues el tesoro por lo menos serás rica –dijo pensativo Kanijou.

-¿Qué tesoro? –se interesó el capitán.

-Un tesoro que hay a diez días de aquí según han dicho –respondió Sora que se había calmado un poco, aunque seguía enfadada –. Por lo visto tiene que pasar alguien pequeño por un agujero porque hay sellos mágicos. Un tipo llevó a un niño y murió.

-Y ahí es donde entras tú… –el capitán se rascó la barbilla.

-Dicen que todo esto es culpa de Blake y que no tengo que entrar si no quiero, así que me han dicho que me lo piense.

Mahesh se quedó pensativo hasta que por fin dijo.

-Creo que deberías hacerlo.

-¿Por? –dijo Sora extrañada –A fin de cuentas me ha utilizado para acabar con aquel tipo, que se busque la vida.

-Si te muestras participativa con el grupo lo recordarán –respondió el capitán muy despacio -. Si realmente hay un tesoro y se lo consigues probarás lo útil que puedes ser. Nadie se atreverá a decir nada contra la chica gracias a la cual se han hecho de oro, pero, si no colaboras, aunque te hayan dado la opción, y su líder muere o no consigue el tesoro, habrá voces discrepantes contra ti. Puedes arriesgarte a un todo o nada o a ganarte su aprobación poco a poco.

-¿No sería mejor poco a poco si puede ser tan peligroso? –preguntó Sora.

-Mi niña –dijo Mahesh con dulzura –. Perteneces a una banda de saqueadores, cualquier cosa que hagas a partir de ahora será peligrosa. Vas a tener que jugarte el cuello muchas veces.

¿Qué mejor que ganarte su confianza en un solo intento? –Mahesh se mostró optimista –Además tú no eres una niña normal, seguro que puedes conseguirlo. De todas formas tienes diez días. Piénsatelo. Si es excesivamente peligroso entonces niégate, pero si crees que tienes posibilidades es mejor que lo intentes… En fin… no deberíamos demorarnos más, pronto amanecerá y habrá que preparar tus cosas, además deberías dormir un poco.

 

 

Llegó la mañana siguiente y Sora se dispuso a partir junto a las Águilas Plateadas.

Joseve, el tabernero, le entregó un zurrón lleno de comida y bastante agua para el viaje.

Por lo que había oído a los extranjeros, la travesía por el desierto era dura y especialmente larga, por lo que Joseve le había provisto de alimentos, suficientes para aguantar el mes que se les venía por delante hasta llegar a la aldea más próxima.

El tabernero le había advertido que estuviera alerta por si veía serpientes y escorpiones. No solo para evitar sus picaduras, también para comerlos; le había dado una rápida lección sobre cómo limpiar y evitar el veneno de estos animales.

A la salida le esperaban Lou, Kanijou y Mahesh, de los que se despidió reprimiendo las lágrimas hasta que Lou comenzó a llorar, lo que provocó que los otros dos niños se uniesen a la llantina.

Pidió perdón mil veces más al capitán por haber roto su espada durante la pelea con Hasim, ya que la había portado desde que se convirtió en soldado real. Sora sabía lo importante que era aquel arma para él, sin embargo, Mahesh quitó importancia al asunto y le pidió que se quedase los restos, que así tendría algún recuerdo de Pladilia.

Sora se guardó la empuñadura con el poco metal que aún conservaba y se despidió de Pladilia, sonriendo mientras algunas lágrimas recorrían sus mejillas.

A la salida pasaron por el cementerio, donde paró para rezar y despedirse de sus padres. No los recordaba muy bien ya que murieron cuando era muy pequeña, pero recordaba ser feliz junto ellos y les agradecía infinitamente haberla acogido. Una vez terminó, subió a su camello y partieron al noroeste.

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