Sora's Souls / Águilas Plateadas / Capítulo XI ¡A por el tesoro!

 Capítulo XI ¡A por el tesoro!

Las escaleras les llevaron a una sala abierta de la que surgían dos caminos, Blake le indicó a Sora que debían ir por el de la izquierda. Llevaba en la mano las anotaciones de Benny para llegar hasta la sala del tesoro. Con suerte estas notas les evitarían la mayoría de los peligros.

No tenían problemas de visibilidad, ya que Ruth, una muchacha de Vinheim, poseía algunos conocimientos sobre magia. Solo había estudiado artes mágicas durante dos años, así que apenas se podía decir que tuviera el nivel de un aprendiz, sin embargo hechizos como aquel, que hacían que los cuerpos de Blake y Sora emitiesen una luz constante y potente, podían ser increíblemente útiles en ocasiones como aquella.

Además Ezequiel les había dado unos manojos de hierbas, los de luna creciente tenían una tonalidad verde clara, dos para cada uno, mientras que el de media luna lo llevaba Blake, que a diferencia de la otra hierba tenía un aspecto amarillento y anaranjado en los bordes.

El clérigo le explicó a Sora que se trataba de plantas con propiedades mágicas usadas para curar heridas. Las verdes eran para heridas leves y la amarillenta y anaranjada para daños mayores. El hombre le había insistido en que eran plantas muy difíciles de encontrar, así que debían usarlas con cautela.

También les dieron unos musgos morados, que curaban la mayoría de venenos, y unos lotos del soldado, plantas útiles para recuperar la sangre perdida.

-Detente.

Llevaban como veinte minutos deambulando en las profundidades del subterráneo, a paso lento pero seguro. Blake iba delante y se había quedado mirando con atención una de las paredes.

-¿Ves eso de ahí?

Blake señaló a una de las paredes laterales, había algunos agujeros en ella.

-¿Es una trampa? –preguntó Sora.

-Sí. ¿Y cómo crees que funciona?

- Pueeees, supongo que saldrán flechas o dardos por los agujeros. El suelo está lleno de rocas y está como agrietado y sucio, así que pisando en algún sitio se activará un mecanismo oculto.

-¿Y entonces?

-Saldrán las flechas y nos matarán.

-Pero alguien escondió algo aquí. ¿Si quisieran entrar para recuperarlo cómo lo harían? Mira bien la habitación –le instó Blake.

Sora prestó atención por si era capaz de percibir algo raro.

-Ya sé, los agujeros están muy altos. El más bajo de ellos me llegará a la cintura. Si pasamos arrastrándonos no nos darán las flechas. ¿Es así?

-Sí, si quieres morir –Sora se quedó mirándolo extrañada. El hombre se acercó a la pared contraria a la de los agujeros –. Esa es la trampa, que te creas que puedes pasar agachada para que luego te la claven –empezó a tantear con la mano la pared –. ¡Aquí está! Ven –Sora se acercó –. ¿Ves esto? –había una pequeña hendidura en la pared, ligeramente marcada y muy bien disimulada, haciéndose casi imperceptible al ojo humano. Un poco más adelante había otra y parecía que más adelante había algunas más.

-Si alguien quiere pasar –continuó Blake -su mirada se centrará en esa pared llena de agujeros, que posiblemente estén impregnados de veneno, y en ese suelo irregular, entonces se darán cuenta como tú de que los agujeros están muy altos, por lo que llegarán a la conclusión de que podrán cruzar arrastrándose y ahí es cuando les tendrán atrapados. La obviedad a veces puede ser una trampa en sí misma y, de entrada, a nadie se le ocurriría pasar de espaldas a esos intimidantes agujeros, por lo que más de un despistado caería aquí mismo. Venga súbete –dijo mientras se agachaba y le ofrecía auparse a su espalda –. Vamos, no tenemos todo el día y eres muy baja como para llegar a los agarres.

No sabiendo si molesta o impresionada Sora se subió a su espalda. Blake comenzó a trepar por los resquicios de la pared y a avanzar por la habitación, a mitad de camino soltó una mano, se hurgó en la túnica y sacó un par de piedras.

-¿Qué haces? –preguntó la niña.

-Enseñarte por qué uno no puede estar confiado ni creerse más listo que el constructor de un sitio como este.

Lanzó las piedras al suelo con fuerza y la trampa se activó. El suelo se abrió como si fuese una puerta, pero su apertura llevaba a un piso inferior, lleno de estacas afiladas en las que descansaban ensartados varios cadáveres. Unos segundos después la trampilla se elevó cerrando la apertura y dejando el suelo como estaba.

-Eso –dijo Blake volviendo a engancharse con su mano derecha a uno de los resquicios –es lo que pasa cuando entras aquí sin tener ni puta idea.

-Es increíble –dijo Sora sorprendida. Al principio no lo había tomado por un auténtico líder, solo por un tipo con algo de carisma y bastante idiota, pero se equivocaba. Se sintió muy ingenua, y se dio cuenta de que para dirigir una banda de forajidos había que ser muy astuto. Al igual que esta trampa las apariencias engañaban –. ¿Cómo te diste cuenta del funcionamiento de la trampa? ¿Pudiste ver las hendiduras desde el principio? ¿Ya habías visto una trampa como esta en otro sitio? ¿Por la construcción de la habitación?

-¡Qué va! Lo ponía en las notas.

“Vale, es idiota” pensó Sora.

-Como nosotros nos estamos metiendo en estas ruinas es como nunca se debe hacer, que es lo mismo que hicieron los de ahí abajo –explicó Blake cuando llegaron al otro lado de la estancia y Sora se bajó de su espalda –. Como estamos yendo nosotros solo se va, bien si eres un novato, bien si eres un experto capaz de percibir una trampa a leguas. Benny es todo un profesional, ha saqueado tesoros en cientos de templos, mausoleos, ruinas… Es un viejo avaro y cruel, pero sabe lo que se hace y si sospecha que aquí hay oro… es que lo hay –Blake continuó descendiendo por unas nuevas escaleras.

-¿Y cómo se hace?

-¿El qué?

-Lo de encontrar tesoros. Has dicho que como vamos nosotros solo va la gente que no sabe o la que sabe muchísimo.

-¿Ahora te interesa el saqueo? –preguntó Blake con una sonrisa –Se ha de ir tranquilo, con mucho cuidado, con armaduras y escudos que protejan de ataques cortantes o punzantes, con magos que puedan detectar trampas mágicas o abrir puertas selladas con hechizos, con clérigos por si hubiera algún accidente y alguien se comiera una trampa, objetos para exorcismos, bombas por si hubiera que volar algo, algunos soldados por si hubiera que matar una lamia o algún centauro, meten bichos de todo tipo para custodiar lo que sea que haya dentro, alguien con conocimientos de arquitectura que pueda detectar los mecanismos de las trampas…

-Cuantas cosas ¿no?

-En los cantares se habla de los buscadores de tesoros que utilizaban el sistema tradicional de meterse en la boca del lobo e ir superando obstáculos, hay gente como Benny que tienen un talento innato para ello, pero todos los cazatesoros que la palmaban no eran de interés para los juglares –se mofó Blake –. Cantar sobre un honrado caballero o un aventurero que superase las pruebas más escalofriantes que puedas haber oído, vende más que cantarle a una fortaleza inexpugnable o a treinta anónimos que se tiran medio año para encontrar un tesoro.

-¿Y por qué no ha venido nadie más con nosotros? Ezequiel o Power podrían haber sido de ayuda ¿no?

-Desde luego, milagros y piromancias habrían venido bastante bien para evitarnos algunos riesgos –pasaron por delante del cadáver de un escorpión negro de dos metros que estaba tendido en el suelo, del cual solo quedaba su piel –. Vale, cadáver de escorpión. Tenemos que seguir todo recto y en la siguiente bifurcación ir por la derecha. Por suerte estos escorpiones son nocturnos así que a estas horas estarán durmiendo.

-No me has respondido.

-A veces, cuando los adultos no responden a los niños, es por algo.

-¿Es por lo de tu mujer y tu hija?

Blake se detuvo. Sora tuvo miedo de haberse pasado de la raya y de que le fuera a dar un guantazo. Sabía que no era un tema agradable para nadie de la banda, y claro estaba menos para Blake, pero la curiosidad le había podido.

Blake se limitó a mirarla con cierta tristeza.

-Sí, en buena parte. ¿Quién te lo ha contado? ¿Hanna? –Sora hizo un gesto de negación muy despacio. No era del todo mentira, técnicamente quien se lo había dicho era Miguel, aunque Hanna le hubiera instado a hacerlo –Es normal que te enteraras, a fin de cuentas tampoco es que sea un secreto, pero me ha sorprendido que lo supieras tan pronto –continuó avanzando –. La situación del grupo es la siguiente...

La mitad de nuestros hermanos cayeron por una decisión que yo tomé y que estaba vinculada conmigo a nivel familiar, esto provocó que algunos se replantearan mi liderazgo. Después de un largo viaje parecía que por fin habríamos pasado página, pero, nada más hacerlo, una de mis decisiones nos deja sin uno de nuestros hermanos más fuertes y perdemos la mitad de nuestro botín. He decepcionado tanto a los miembros antiguos, en aquel incidente, como a los nuevos, que temen que su líder se juegue sus vidas y dinero a su antojo.

Si hubiese venido con alguien más aparte de ti –dijo mirando a la niña -, significaría que necesito que me salven el culo en mis propias decisiones y, si encima alguno hubiese sido herido o resultase muerto, significaría que ya no es que se jueguen la vida por un asunto personal como el de mi familia, sino que se estarían jugando la vida por mis caprichos. Por eso pequeña solo hemos venido tú y yo. No puedo devolverles a los caídos, lo que sí puedo es devolverles el oro que les hice perder, demostrando que la muerte de Hasim no nos ha debilitado.

Sora se quedó unos segundos callada, recordando los sucesos transcurridos aquella noche. Puede que no fuera alguien muy querido por la mayoría de los bandidos, pero que Hasim era alguien poderoso no podía discutirse; sin embargo ella había acabado con él, por lo que no entendía tanto drama.

-Lo de Hasim ya lo has demostrado por lo menos ¿no? Quiero decir –se apresuró a añadir al ver que Blake la miraba con cara de extrañeza –, yo lo derroté, fui más fuerte que él. Perdiste a un miembro pero has ganado a otro más fuerte.

-¡JA JA JA ESA SÍ QUE ES BUENA! ¿De verdad piensas que TÚ derrotaste a Hasim? Aún estás muy verde entonces. A Hasim lo derrotó Hasim, nadie más

-Lo derrotaría Hasim pero juraría que era mi espada la que lo atravesó –dijo Sora algo molesta. Era la primera vez que hablaba de una forma tan directa de lo ocurrido aquel día. Por suerte el viaje le había sentado bien. Es cierto que los primeros días había tenido algunas pesadillas, pero ya se le había pasado el mal cuerpo en buena parte.

-Fue tu espada, en efecto –concedió Blake –. Pero atravesó a un Hasim que no peleó en serio. No te quito mérito, pero tampoco te voy a dar más del que mereces.

Imagino que te darías cuenta de que Hasim no peleó nada más empezar el combate con todo su poder, era un arrogante de mierda y, si hubiese utilizado sus habilidades, como transferir su fuerza a la espada, habría sido una “deshonra” para él al tener que darlo todo contra una niñita. De no ser por esa deshonra y si hubiese peleado al máximo, no habrías durado ni media. Cuando se dio cuenta del error que había cometido y empleó su fuerza ¿crees que dejó de ser un capullo arrogante? Todo lo contrario, en lugar de matarte rápido intentó herirte poco a poco, porque consideraba que así también me hería a mí, ya que yo había propuesto tu admisión.

Y volvió a infravalorarte. Su objetivo era herirte, pero el tuyo era que te hiriera para pillarlo por sorpresa. El muy idiota cayó en la trampa más rápido que un mozo cae en los brazos de una puta con su primer jornal. Créeme, si no contase con esa deficiencia mental y hubiera ido con todo desde el principio, no habrías tenido nada que hacer.

¡Eso sí! La jugada de los ojos; el mirar a las direcciones a las que ibas a moverte mientras lo mirabas a él, todo para que así creyese que tenías esa manía, pudiendo de esa forma hacerle una finta cambiando la dirección del salto, la verdad es que estuvo fantástica, mis respetos por ello.

Sora se quedó callada, sintiéndose un poco tonta. Se había ilusionado cuando Hanna y Miguel le dijeron que Hasim era tan poderoso, lo que la colocaría a ella como uno de los miembros más fuertes de las Águilas.

-Y, por si se te pasa por la cabeza –añadió Blake –, tampoco te creas que eres más fuerte que Gunnar, el tipo al que le arrancaste un ojo. La pedrada que le diste por sorpresa le dejó medio inconsciente, en plenas facultades tampoco hubieras podido con él.

-No hace falta ser tan rudo –dijo Sora roja de la rabia y la vergüenza que sentía –. Ahora voy a ser la más débil, no sé entonces para que me dijisteis de unirme.

-Soy tan rudo porque aún eres joven y puedes cambiar tu actitud –le echó en cara Blake –. Eres fuerte, pero el mundo es muy grande y siempre podrás encontrar a alguien más fuerte que tú. Si por haber sido la más fuerte de tu barrio piensas que nadie va a poder contigo, bueno, tienes dos ejemplos claros, a uno le falta un ojo y el otro está muerto.

Durante casi media hora nadie habló, salvo Blake para dar alguna indicación del camino a seguir. Algunas zonas eran muy estrechas, otras eran amplias salas y de vez en cuando aparecía alguna bifurcación. Las paredes y los suelos en algunas partes se encontraban en un estado deplorable, grietas y agujeros los acompañaban allá por donde iban, daba la sensación de que el subterráneo podía venirse abajo en cualquier momento.

Pasaron de largo de muchas de las trampas sin que estas les causasen problema alguno, por suerte, todas estaban bien apuntadas en las hojas de anotaciones y, ni el nido de serpientes, las cuchillas, los dardos venenosos, el laberinto o el puzzle que ya había dejado Benny resuelto, supusieron un problema. De pronto, en mitad de un pasillo, Blake se detuvo.

-Ya hemos llegado.

-Aún queda camino por delante –le indicó Sora.

-Según las notas –dijo mientras empezaba a palpar la pared que tenía a su derecha –, aquí… tiene que haber… ¡Eso es!

La pared se desvaneció dejando un hueco por el que ambos entraron, llegando a una estancia en la que una puerta de piedra, con una incisión en el centro, les daba la bienvenida. A ras de suelo se podía ver el agujero que Benny había indicado.

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